Hay dos vías para disminuir los efectos del cambio climático: una es la mitigación a través de la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, lo cual reduciría el cambio climático mismo. Esta es una tarea común de todos los países que pasa por un consenso internacional. Otra vía es la adaptación a dicho cambio. Se trata de anticiparse a los cambios que se prevén. Para ello, se debe continuar en el desarrollo e implantación de redes exhaustivas de monitorización y predicción de impactos, a través de políticas de investigación que permitan el avance en el conocimiento de los escenarios climáticos y la vulnerabilidad de cada sector frente a ellos.
Hay dos vías para disminuir los efectos del cambio climático: una es la mitigación a través de la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, lo cual reduciría el cambio climático mismo. Esta es una tarea común de todos los países que pasa por un consenso internacional. Otra vía es la adaptación a dicho cambio. Se trata de anticiparse a los cambios que se prevén. Para ello, se debe continuar en el desarrollo e implantación de redes exhaustivas de monitorización y predicción de impactos, a través de políticas de investigación que permitan el avance en el conocimiento de los escenarios climáticos y la vulnerabilidad de cada sector frente a ellos.
A modo de ejemplo, se puede señalar que debido al poder calorífico del agua, se ha estimado que si hoy se detuvieran todas las emisiones de gases de efecto invernadero, el ascenso del nivel del mar continuaría durante cientos de años. Y si las emisiones continúan como lo están haciendo, este ascenso será muy superior y puede conllevar múltiples afecciones en la zona costera.
En el caso de la costa vasca, las medidas de adaptación más adecuadas serían aquellas que aumenten la resiliencia de los ecosistemas intermareales, de las playas y sistemas dunares, para permitir su evolución hacia el interior. Para ello, habría que evitar la urbanización y artificialización del litoral.