Un reciente informe científico señala que la propuesta de fertilizar el mar para que crezca fitoplancton y así “secuestrar” el CO2 no funcionaría. Los intentos fallidos de contener las emisiones de gases con efecto invernadero han intensificado el debate sobre la geo-ingeniería: planes a gran escala para ralentizar el ritmo al que se está calentando la Tierra.
Un reciente informe científico señala que la propuesta de fertilizar el mar para que crezca fitoplancton y así “secuestrar” el CO2 no funcionaría. Los intentos fallidos de contener las emisiones de gases con efecto invernadero han intensificado el debate sobre la geo-ingeniería: planes a gran escala para ralentizar el ritmo al que se está calentando la Tierra. El debate público a menudo mezcla la opinión con los hechos así que los científicos han redactado un resumen enfocado a los gestores sobre la fertilización del mar, una de las primeras propuestas que se hicieron en geo-ingeniería. Los autores señalan que las posibilidades de éxito para modificar el clima son bajas.
La fertilización del mar supone añadir hierro u otros nutrientes a la superficie del océano para impulsar el crecimiento de las algas microscópicas (fitoplancton). Estas plantas usan el dióxido de carbono disuelto en el agua para crecer, lo cual llevó a la idea de que la fertilización deliberada a gran escala secuestraría dióxido de carbono de la atmósfera.
El autor principal del informe, el profesor Doug Wallace del Leibniz-Institut für Meereswissenschaften (IFM-GEOMAR) dice: “Los descubrimientos publicados sugieren que incluso la fertilización a gran escala sacaría solamente cantidades muy modestas de dióxido de carbono de la atmósfera a lo largo de 100 años”. Durante dos décadas, los científicos marinos han llevado a cabo una serie de experimentos de fertilización a pequeña escala para comprender cómo responden los ecosistemas marinos a los cambios ambientales. Sin embargo, los experimentos no fueron diseñados para responder a problemas relacionados con la geo-ingeniería. Las propuestas para aplicar este enfoque al ralentizamiento del calentamiento climático o para ser incluidas en planes de intercambio de emisiones que generen créditos de carbono han estimulado un intenso debate y crítica entre científicos y el público.
El nuevo estudio, realizado por científicos independientes de 7 países, explica la complejidad de los mecanismos subyacentes a esta idea y compila todos los hallazgos en un formato accesible para los gestores.
El informe señala que hay grandes lagunas de conocimiento en este tema. Por ejemplo, no está claro si los descubrimientos de los experimentos a pequeña escala se aplican directamente a aquellos a escalas mayores.
Y una preocupación importante es la posibilidad de consecuencias indeseadas para los ecosistemas. También destaca la extremada dificultad de evaluar la efectividad a largo plazo o los efectos colaterales. “Es mucho más complejo que evaluar el almacenamiento de carbono en un bosque” dice Wallace, “el carbono y muchos de los impactos potenciales son invisibles y probablemente se extiendan en vastas distancias”.