Un sencillo software con 600 indicadores y un innovador modelo de evaluación para relacionar el impacto humano sobre los mares ofrecerá en breve tiempo una radiografía del estado del medio marino del viejo continente europeo, hostigado sobre todo por la contaminación, la pesca y el transporte marítimo.
El 2020 es la fecha límite para que los mares de la Unión Europea presenten unas buenas condiciones ambientales, algo que será difícil de cumplir para zonas como el Báltico, el Mar Negro y subregiones del Mediterráneo, afirma en una entrevista con EFE el investigador Ángel Borja, coordinador del proyecto europeo DEVOTES.
Con motivo del Día Mundial de los Océanos, Borja explica que las presiones humanas más comunes en todas las costas europeas son la pesca, la eutrofización (causada por un exceso de nutrientes en el agua, principalmente nitrógeno y fósforo) y el transporte marítimo.
A ellas se suman problemas específicos en función del área, entre otras el turismo en el Mediterráneo, temas relacionados con las plataformas petrolíferas o de gas en el Mar del Norte y la eutrofización en el Báltico, Adriático y Mar Negro.
Desde 2012, el proyecto DEVOTES (Desarrollo de herramientas innovadoras para la comprensión de la diversidad biológica marina y la evaluación del buen estado ambiental de los mares europeos) trabaja en el diseño de modelos y software, que ahora mismo están en fase de ensayo.
Entre ellos un sencillo software con más de 600 indicadores (Devotool), entre los que cada país elige aquellos que mejor se adaptan a sus necesidades para después poder evaluar el estado de sus aguas en mar abierto.
Actualmente, los Estados más avanzados en la monitorización de sus masas marinas son los países bálticos, Suecia, Finlandia, Dinamarca y Gran Bretaña.
En 2014, todos los países miembro de la Unión Europea, incluida España, presentaron una evaluación preliminar, “lo que ocurre que algunos de forma más profunda y otros menos”.
Otra línea de trabajo, añade Borja, que investiga en el centro tecnológico vasco AZTI, es el desarrollo de modelos de evaluación en mar abierto, pero en muchas ocasiones “no hay suficientes datos en todos los lugares”.
Las lagunas informativas se dan tanto en la parte más baja de la escala de biodiversidad (microbios, plancton…) como en la escala más alta (aves y mamíferos).
“Sí hay bastantes datos para la fauna de los fondos y de los peces, pero no para los extremos -lo muy grande o lo muy pequeño-“, añade Borja que dirige el curso “Devotes-Euromarine“, organizado por AZTI en San Sebastián entre los próximos días 9 y 11, con motivo del Día Mundial de los Océanos.
Ahora “lo que queda por hacer es chequear y comprobar la herramienta de evaluación, que estará terminada en 2015, probarla en ocho casos de estudio y presentarla en sociedad para que la usen todos los países”.
De momento se ha ensayado en el mar Báltico, Mar del Norte y en Golfo de Vizcaya y para este año está previsto hacerlo en el Mar Negro y en el Mediterráneo.
En el caso del Golfo de Vizcaya, los resultados arrojan que está en un “buen estado ambiental”, aunque necesita mejorar en “la parte de mamíferos. Pero pensamos que en los mamíferos hemos obtenido esta conclusión porque faltan datos de monitorización”.
A juicio de Borja, va a ser imposible que de aquí a 2020 todos los mares europeos presenten unas buenas condiciones, pero gracias a las nuevas herramientas de evaluación los países podrán saber si las medidas que van adoptando son o no eficaces para alcanzar esta meta.
Es más fácil que lo logren el Atlántico y la Macaronesia (Canarias y Azores), y más difícil el Báltico, el Mar Negro, algunas subregiones del Mediterráneo y el Adriático.
“Los mares más cerrados lo tendrán más difícil”, concluye el coordinador de DEVOTES, un proyecto liderado por AZTI y perteneciente al 7º Programa Marco de la Unión Europea, en el que participan 23 socios de doce países.