Aparte de las olas, esas que podemos ver romper en la costa, hay otros fenómenos que, aunque muchas veces pasan desapercibidos, tienen efectos que pueden ser realmente importantes. Uno de estos efectos asociados al oleaje, o más concretamente a la agrupación del oleaje, es lo que se conoce como onda larga…
El oleaje, y más cuando tenemos un temporal, es un espectáculo que nunca nos deja indiferentes. Pero aparte de las olas, esas que podemos ver romper en la costa, hay otros fenómenos que, aunque muchas veces pasan desapercibidos, tienen efectos que pueden ser realmente importantes. Uno de estos efectos asociados al oleaje, o más concretamente a la agrupación del oleaje, es lo que se conoce como onda larga asociada. Como todo aquel que esté acostumbrado a observar el mar sabe, las olas no son todas iguales y es muy frecuente tener grupos de olas grandes (2, 3, 4, 5 olas) seguidos de una relativa calma. Esto se debe a que el oleaje esta formado por la superposición de trenes de onda de diferentes longitudes de onda. En la figura que se muestra a continuación podemos ver el efecto de la composición de dos ondas de la misma altura H y longitudes de onda ligeramente diferentes.
La suma de la superficie libre, produce una modulación progresiva del tren de ondas resultante con alturas que van desde 2H a 0. En la naturaleza el numero de trenes de onda es mayor y las alturas de estos diferente, lo que produce una agrupación mas compleja.
Esta variación de la altura de ola con una cierta organización hace que la energía que llegue a la costa varié en el tiempo y como resultado el nivel medio de la superficie libre también lo hace. Esto es, en resumen, una onda de pequeña altura (centímetros a decenas de centímetros según la altura del oleaje) y cuyo periodo, es el de los grupos de olas, es decir entre 1 y varios minutos (como regla práctica se suele tomar 10 veces el periodo del oleaje).
Esta onda no es fácil de observar en la práctica, pero hay varios de sus efectos que si pueden ser vistos. Los pescadores y gente de mar lo suelen denominar “traidas” y son esos golpes de mar característicos de días de temporal, que hacen que la orilla avance y retroceda muy rápidamente y durante un tiempo considerable, mucho mayor que el del ascenso descenso que produce una única ola.
Otro efecto importante es el que estas ondas producen en los puertos y bahías abrigadas. Dado que tienen un periodo muy alto, su energía es también muy grande y dado que su amplitud es pequeña, se propagan sin disiparse al interior de estos provocando oscilaciones del nivel medio y corrientes asociadas muy importantes. Este efecto lo podéis ver (acelerado) en el video adjunto. Es una animación de fotos tomadas el 29/11/2006 en un plazo de unos 2 minutos, del movimiento de un barco en la dársena frente al centro de AZTI en Pasaia. En esos momentos el oleaje exterior rondaba los 4,5 m de altura significante, con periodos de 15 seg. Casi simultáneamente los 3 surfistas de Zarautz se disponían a entrar en Playa Gris.
Estos efectos producidos en los puertos, suponen un esfuerzo muy importante sobre las amarras de los barcos y pueden llegar a ser catastróficos cuando el periodo propio de oscilación del puerto (que depende de sus dimensiones y profundidad) coincide o es múltiplo entero del periodo de la onda larga. En esos casos conocidos como “resonancia portuaria” se pueden dar oscilaciones de metros y corrientes del orden de los metros por segundo, rompiendo amarras, hundiendo barcos y destrozando pantalanes.
Otro efecto menos común pero muy vistoso, es la formación de bores en las desembocaduras de algunos ríos. Uno de los mejores ejemplos es el bore del Urumea, que en situaciones de marea alta y temporal asciende formando grupos de crestas muy juntas entre si en su parte frontal, con alturas notables (pueden ser de 1 m) hasta bien pasada la zona de Koipe.