Es un arte de anzuelos, separados mediante largas varas (llamadas alas). Son llevados por una embarcación que navega a una velocidad variable según las especies.
La cacea o curricán es el método más antiguo empleado para la pesca del bonito en el Cantábrico, con referencias a su uso en aguas del golfo de Bizkaia que se remontan al menos 400 años.
Esta modalidad consiste en remolcar un señuelo o cebo artificial situado a una cierta distancia del barco, a una velocidad que oscila entre los 6 y los 7,5 nudos, según la especie objetivo. Los barcos caceros de hoy en día están provistos de tangones o botavaras y pueden largar hasta un máximo de 15 aparejos simultáneamente. La especie objetivo de esta pesquería es el bonito, aunque también se capturan algunos ejemplares de cimarrón.
Los atunes siguen la estela de los cebos camuflados y muerden el anzuelo. Son izados a bordo a mano, con la ayuda de un gancho.