En una sociedad dominada por la imagen, no es extraño encontrar secuencias de carreteras grabadas desde helicópteros que controlan el tráfico. Estos “pájaros” del aire también suelen ser empleados por flotas de barcos congeladores para buscar bancos de atunes.
En una sociedad dominada por la imagen, no es extraño encontrar secuencias de carreteras grabadas desde helicópteros que controlan el tráfico. Estos “pájaros” del aire también suelen ser empleados por flotas de barcos congeladores para buscar bancos de atunes.
Una operación que acarrea un gasto al armador que debe abonar el coste del combustible del helicóptero. ¿Cómo lograr un sistema de vigilancia que no suponga un coste añadido a la empresa naviera? La empresa Aerovisión ha diseñado un avión sin piloto que detecta bancos de atunes con cámaras de vídeo y fotográficas que identifican los peces en un área de 50 kilómetros.
Las imágenes recogidas por la cámara incorporada al avión «escanean» el grupo de atunes, desvelando el tamaño de los peces, las características de su anatomía y permite decidir, al momento, si se trata del banco “apropiado” para que la tripulación emprenda su pesca.
{xtypo_quote_right}Este avisón sin piloto desvelael tamaño de los peces y las características de su anatomía.{/xtypo_quote_right}
Así, el barco congelador permanece estático en su posición, sin realizar el gasto habitual de combustible que invierte en localizar el conjunto de atunes, mientras el aeroplano, guiado desde la embarcación, fotografía con “nitidez” el banco de peces elegido en una área máxima de cincuenta kilómetros a la redonda.
El diseño de este pionero aeroplano, que navega sin la acción de pilotos, germinó en 2.004, cuando los centros tecnológicos de AZTI-Tecnalia, Inasmet y Robotiker alumbraron la creación de la empresa guipuzcoana Aerovisión.
El primer prototipo se destinó al aterrizaje en tierra y nació bajo el nombre de Fulmar Tierra. Una empresa de Malasia encargó este primer modelo con el objetivo de emplearlo en el control del tráfico marino de una zona especialmente transitada como es el estrecho de Melaka.
Fue poco después cuando la firma, especializada en el diseño y fabricación de plataformas volantes no tripuladas UAV, quiso ir más allá y encumbró un nuevo modelo de avión, denominado Fulmar Mar, cuyo destino será el de servir a embarcaciones, guardacostas o barcos congeladores vascos que faenan en alta mar en busca de los codiciados bancos de atunes.
Los atunes son especies marinas pelágicas que suelen ser fácilmente visibles desde la cubierta de los barcos que faenan a escasa distancia. Suelen ir acompañados de delfines que “delatan” su presencia a los moradores.
Los grandes barcos congeladores que les acechan acostumbran a emplear torres “vigía” para localizar estos bancos y personal especializado, que con prismáticos indica su posición exacta. “El problema que tienen estos barcos es que deben mover toda la embarcación hasta el grupo de atunes localizado y esto les supone un gasto adicional de combustible“, explica, Arturo Turrillas, promotor del proyecto.
Un problema que con este nuevo sistema de vigilancia aérea pretenden solventar con la puesta en marcha este año del primer modelo en el mercado. El prototipo despega desde la propia cubierta del barco, desde una catapulta, y un piloto automático activado en su estructura le guía en pleno vuelo hasta el destino escogido por el técnico.
Una vez el aeroplano localiza el banco de peces indicado por las órdenes mandadas por este dispositivo, se coloca sobre el banco de atunes y puede sobrevolar durante horas para fotografiar al detalle un radio de 50 kilómetros. Para poder recoger al detalle el conjunto de peces seleccionado, el avión lleva incorporadas cámaras de vídeo miniaturizadas para grabar a plena luz del día o vídeos de luces infrarrojas, capaz de obtener imágenes en condiciones de mala visibilidad o para “trabajar” de noche.
El aeroplano también lleva una cámara digital con gran precisión. “No solo radiografía a los bancos de atunes, también se puede emplear en la identificación de barcos sospechoso porque fotografía las matrículas de las embarcaciones al detalle“.
El material que recubre el avión es otro de sus atractivos para utilizarlo en operaciones de alta mar. No en vano, está fabricado en composites -fibras de carbono-, y bajo una técnica especial empleada en la fabricación del chasis y carrocerías de automóviles de Formula 1. Otro de los aspectos mimados al detalle es el acabado en titanio y aluminio del avión que evitan la “corrosión” del material en condiciones de temperatura alta, el viento de mar y otros condicionantes meteorológicos.
Precisamente, la resistencia del aeroplano al viento del entorno marino es otro de los alicientes que lo convierten idóneo para operar en alta mar. Cada avión es capaz de aguantar rachas de 70 km/h, una resistencia mayor que la de una avioneta común del mercado. Su manejabilidad y su pequeño tamaño -tiene una envergadura de 3 metros y pesa 20 kilogramos-, le hacen ganar enteros para su empleo en océanos con condiciones temporales de vientos turbulentos.
“Tiene una autonomía de 8 horas de vuelo y es capaz de recorre 800 kilómetros a un velocidad de 70km/h lo que le permite tolerar mejor el viento“, indica.
Los responsables del proyecto tienen previsto sacar el primer modelo en 2011, para el que han recibido encargos de empresas de seguridad que han mostrado su interés por la compra del avión para el control “perimetral” de refinerías o gaseoductos.
Fuente: El Mundo