El cambio climático de origen antropogénico se debe a una alteración en la composición de la atmósfera provocada por la actividad humana, sobre todo, desde el inicio de la revolución industrial. La creciente utilización de combustibles fósiles por el hombre, especialmente la quema de petróleo, carbón y gas natural, ha causado un aumento del CO2 en la atmósfera de 1,4 partes por millón al año.
El cambio climático de origen antropogénico se debe a una alteración en la composición de la atmósfera provocada por la actividad humana, sobre todo, desde el inicio de la revolución industrial. La creciente utilización de combustibles fósiles por el hombre, especialmente la quema de petróleo, carbón y gas natural, ha causado un aumento del CO2 en la atmósfera de 1,4 partes por millón al año. La vegetación terrestre y el fitoplancton de los océanos juegan un papel importante en el equilibrio del CO2 a través de su actividad fotosintética. Así, la deforestación de la mitad de los bosques originales por parte del hombre implica por un lado que el carbono almacenado se ha emitido en otra forma (CO2) en la atmósfera y que esta masa forestal no contribuirá a la eliminación de CO2 atmosférico.
El aumento de la concentración de gases de efecto invernadero (GEIs) en la atmósfera, resultado de estas actividades antropogénicas, contribuye a intensificar el efecto invernadero, lo que puede traducirse en un aumento de la temperatura global de la Tierra, Los efectos de este calentamiento pueden conllevar un cambio en los regimenes climáticos regionales, variación de los patrones de circulación de los océanos, la disminución de los casquetes polares, el ascenso del nivel del mar, y la acidificación de los océanos, entre otros.