En un mundo dominado por la cultura de la inmediatez, donde la velocidad ocupa un lugar privilegiado, hay un sector que parece estar avanzado en sentido contrario. Impulsadas por la recesión económica y la necesidad de reducir las emisiones de CO2, las empresas de transporte marítimo comercial decidieron dos años atrás reducir sustancialmente la velocidad de sus buques para ahorrar combustible y minimizar el impacto ambiental.
En un mundo dominado por la cultura de la inmediatez, donde la velocidad ocupa un lugar privilegiado, hay un sector que parece estar avanzado en sentido contrario. Impulsadas por la recesión económica y la necesidad de reducir las emisiones de CO2, las empresas de transporte marítimo comercial decidieron dos años atrás reducir sustancialmente la velocidad de sus buques para ahorrar combustible y minimizar el impacto ambiental.
De la velocidad estándar de 25 nudos (46,3 km/h) pasaron a 20 (37 km/h), pero recientemente, algunas compañías optaron por ir aún mucho más lejos, adoptando una velocidad super lenta de cerca de 12 nudos (22 km/h), similar a la de las antiguas embarcaciones del siglo XIX.
Una de estas empresas es la danesa Maersk -la línea de transporte de carga marítima más grande del mundo- que gracias a esta iniciativa logró recortar el consumo de combustible y sus emisiones de carbono en un 30%.
En tiempos previos a la crisis financiera global, que se inició en 2007, la empresa consumía alrededor de 300 toneladas de gasolina por día y emitía cerca de 1.000 toneladas de CO2 diarias.
Entre 2002 y 2008, la compañía recortó un 15% de sus emisiones de CO2 por contenedor. “Ahora, nuestro objetivo es reducir las emisiones en 25% para 2020 y la navegación lenta es una de las herramientas más importantes para alcanzar esta meta“, le dijo a BBC Mundo Bo Cerup-Simonsen, director de Tecnología Marina de Maersk.
Menos velocidad, más ahorro
La reducción de la velocidad contribuye a disminuir las emisiones porque cuando la nave se desplaza más lentamente por el agua, necesita menos fuerza de empuje y se produce menos fricción, un principio que también se aplica en el caso de los automóviles y los aviones.
¿Será la lentitud la clave de la marina del futuro?
Sin embargo, para que las naves no se dañen al funcionar con menor potencia, los ingenieros tuvieron que hacer modificaciones a los motores de los cerca de 600 barcos que controla la empresa.
“Antes, los barcos estaban diseñados para bajar su velocidad en un 60 o 40%, pero para hacerlos funcionar a un 10% de su capacidad energética máxima, tuvimos que implementar nuevos procedimientos en nuestras operaciones y hacer una serie de cambios menores en los motores“, explicó Cerup-Simonsen.
Aunque llegar a destino tome un poco más de tiempo, “no mucho“, dice Cerup-Simonsen, “las ventajas de la reducir la velocidad son enormes tanto para los clientes como para el medio ambiente“.
“Como los viajes toman más tiempo, hace falta invertir en más barcos. Pero como el precio del combustible es una parte tan grande del costo total, lo que ahorramos en petróleo contrarresta lo que tenemos que gastar en adquirir más embarcaciones“, añade.
El mensaje, dice el portavoz de Maersk “es que los viajes lentos llegaron para quedarse“.
Fuente: BCC