Muchas especies de peces e invertebrados marinos viven toda su vida adulta en un lugar determinado pero, en su etapa de huevos y larvas, pasan un tiempo como organismos pelágicos, nadando y derivando en mar abierto. Parece lógico pensar que la duración de esta etapa debería determinar el área geográfica sobre la que se extiende dicha especie, ya que las especies que pasan mucho tiempo en su etapa pelágica probablemente pueden alcanzar mayores distancias. Sin embargo, muchos estudios han intentado y no han conseguido encontrar una relación entre la duración de la etapa de mar abierto y la cobertura geográfica de la especie.
Muchas especies de peces e invertebrados marinos viven toda su vida adulta en un lugar determinado pero, en su etapa de huevos y larvas, pasan un tiempo como organismos pelágicos, nadando y derivando en mar abierto. Parece lógico pensar que la duración de esta etapa debería determinar el área geográfica sobre la que se extiende dicha especie, ya que las especies que pasan mucho tiempo en su etapa pelágica probablemente pueden alcanzar mayores distancias. Sin embargo, muchos estudios han intentado y no han conseguido encontrar una relación entre la duración de la etapa de mar abierto y la cobertura geográfica de la especie. Un nuevo artículo científico ha resuelto este misterio.
“Desde que esta idea se propuso hace 30 años, hemos estado intentando resolver este misterio evaluando esta relación múltiples veces en diferentes grupos de especies y regiones y cada vez hemos fallado en la obtención de una relación relevante”, según indica el Dr. Camilo Mora, coautor del artículo.
En este nuevo estudio, el equipo de investigadores, que incluía ecólogos, genéticos y modelizadores de corrientes oceánicas primero evaluaron la posibilidad de que la relación entre la extensión geográfica y la duración de la etapa pelágica estuviera influenciada por la edad evolucionaria de la especie, lo cual no había sido considerado en estudios previos. El argumento era que la edad de la especie debería añadir cobertura, ya que las especies más antiguas han tenido más tiempo para extenderse geográficamente comparadas con las más jóvenes.
Para probar esta idea, los autores compilaron grandes bases de datos sobre la edad evolutiva de especies de peces de arrecife y la duración de sus periodos pelágicos y su extensión geográfica. El análisis de estos datos mostró que incluso tomando en consideración la edad evolutiva no había relación significativa.
“Sin embargo, esto aumentó nuestra intriga” dice la co-autora Kate Crosby. “La única otra cosa que podíamos pensar era que quizá los hábitats de arrecife estaban tan estrechamente conectados por las corrientes oceánicas que las especies podrían alcanzar cualquier hábitat adecuado independientemente de la duración de su etapa pelágica y de cuándo se originaron como especie.“
Para probar esta idea, el equipo asumió el reto de modelizar las rutas de las larvas durante su etapa pelágica en los arrecifes tropicales de todo el mundo. Los autores usaron los modelos más sofisticados en cuanto a corrientes se refiere y recopilaron datos de arrecifes de todo el mundo. Las larvas simuladas fueron “soltadas” desde todos los arrecifes posibles y se les permitió navegar durante periodos equivalentes a la duración de su etapa larvaria. La simulación requirió el trabajo de procesamiento de 600 ordenadores calculando continuamente durante 6 meses.
Los resultados revelaron que la mayoría de los hábitats de arrecife de todo el mundo están tan interconectados que las especies se pueden mover rápidamente empujadas por las corrientes oceánicas. Esta falta de barreras a la expansión geográfica de las especies ofrece una de las primeras explicaciones de por qué el ámbito geográfico no guarda relación con la duración de la etapa pelágica.
“Una asunción subyacente de esta hipótesis es que los hábitats de arrecife están situados en un gradiente de aislamiento, que la especies pueden unir dependiendo sólo de cuánto tiempo pasen en mar abierto” dice el coautor Dr. Eric Treml. “Nuestras simulaciones de lo que pasa durante ese periodo sugieren que esa sunción no es válida. Mientras haya corrientes oceánicas, las larvas de peces pueden llegar casi a cualquier sitio”.
“Esto es como si en una carrera de 100 m entre un coche y una bicicleta les das a ambos una hora para terminar; la tarea es tan sencilla que ambos vehículos llegarán, independientemente de sus velocidades respectivas” dice el coautor Jason Roberts. En cuanto a los peces de arrecife, las corrientes oceánicas suponen unas vías de transporte tan rápidas que las especies pueden alcanzar fácilmente arrecifes adecuados independientemente del tiempo que pasen flotando y nadando en su etapa pelágica. Sin embargo, una cuestión que todavía falta por responder es por qué las todas las especies de arrecife no se encuentran por todas partes”.