Los remolinos oceánicos (equivalentes en el océano a las borrascas y anticiclones atmosféricos) son capaces de modificar la circulación oceánica general de la zona en la que se encuentran y de transportar calor, partículas y propiedades biogeoquímicas desde su región de formación. Así, los remolinos generados en zonas costeras y que posteriormente derivan hacia mar abierto, pueden transportar contaminantes, nutrientes y plancton como, por ejemplo, larvas de peces.
Por otro lado, también modifican la estructura de la columna de agua y pueden hacer emerger masas de agua de zonas profundas (en general, más frías y ricas en nutrientes que las aguas superficiales) hacia superficie favoreciendo la producción primaria. Por tanto, es importante estudiar estas estructuras para comprender el funcionamiento de los océanos y su ecosistema.
Tras generarse pueden llegar a viajar miles de kilómetros desde su punto de origen hasta otras regiones oceánicas. En el golfo de Bizkaia observamos remolinos con diámetros de unos 100 km y una profundidad de hasta cientos de metros.