El cuerpo anguiliforme y las aletas “esmirriadas” del pez lungfish (pulmonado) africano no parecen el no va más en cuanto a innovaciones en locomoción. Pero su extraño comportamiento al desplazarse, descrito recientemente por científicos de la Universidad de Chicago, añade un nuevo capítulo a la evolución de la vida desde el medio acuático al terrestre.
El análisis de imágenes de vídeo, publicadas en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences, revelan que este pez puede usar sus finas aletas pélvicos no solo para elevar el cuerpo del fondo sino también para propulsarlo hacia adelante. Se pensaba que ambas habilidades se habían originado en los primeros tetrápodos (animales vertebrados con cuatro extremidades), que colonizaron la tierra y que aparecieron más tarde que los ancestros del lungfish.
Esta observación cuestiona el orden de los pasos evolutivos que llevaron a la adaptación a la vida en la tierra. También sugiere que las huellas fósiles que se habían atribuido a los antiguos tetrápodos podrían en cambio haber sido hechas por los antepasados del lungfish.
Los lungfish (peces pulmonados) son muy populares entre la comunidad de paleontólogos por su herencia evolucionaria única. Están estrechamente relacionados con los primeros animales que evolucionaron y salieron del agua a la tierra, pero eso fue hace tanto tiempo que casi todas las especies menos los lungfish se han extinguido.
Aunque circulaban anécdotas y rumores entre la comunidad científica sobre la manera de caminar de estos extraños peces, nadie había examinado sistemáticamente la biomecánica de su locomoción. Un lungfish africano (Protopterus annectens) mantenido en laboratorio inspiró a los autores de este trabajo para estudiar su habilidad al caminar sobre sus aletas inusualmente delgadas. Diseñaron un tanque especial en el que se podían grabar con vídeo los movimientos del pez desde un lado y desde abajo para analizarlo en profundidad. Los vídeos revelaron que el lungfish normalmente usa sus aletas inferiores (pélvicas) para elevarse y propulsarse hacia adelante. Aunque las aletas superiores (torácicas) son similares a las pélvicas, no se usan en la locomoción, según encontraron los investigadores.
Esta valiosa información sólo se puede obtener de un animal vivo, porque mirando los huesos de un fósil nunca sabríamos que estos movimientos podían ocurrir. Los lungfish también muestran movimientos a saltos, en el que ambas aletas se mueven a la vez, y de “marcha” en el que van alternando las aletas. Combinados con su habilidad para rotar completamente la aleta y colocarla de frente, el movimiento sugiere que animales similares podrían haber producido las huellas fósiles atribuidas a los tetrápodos.
La habilidad de usar sus finas aletas para sostener el cuerpo puede haber estado favorecida por el reducido efecto de la gravedad existente bajo el agua, según proponen los autores. Llenando los pulmones de aire, el lungfish puede aumentar su flotabilidad en la parte superior, permitiendo que las aletas anteriores (precursoras de los brazos) levanten el cuerpo entero del suelo.
“Si me enseñasen el esqueleto de esta criatura y me pidieran que apostara si caminan o no, habría dicho que no” señalan el coautor del estudio Neil Shubin. “Sus aletas parecen lo más alejado que se puede pensar de un apéndice para caminar. Pero esto enseña lo que es posible en el medio acuático, donde no hay que sostenerse contra la gravedad”.
Este descubrimiento sugiere que los desarrollos necesarios para la transición desde el medio acuático al terrestre podrían haber ocurrido mucho antes de que los primeros tetrápodos dieran sus primeros pasos en tierra.