La salpa, un pequeño organismo gelatinoso, transparente y con forma de barril que recuerda a una medusa aerodinámica, es un organismo clave en el funcionamiento de las redes tróficas del océano y en sus procesos biogeoquímicos.
La salpa, un pequeño organismo gelatinoso, transparente y con forma de barril que recuerda a una medusa aerodinámica, es un organismo clave en el funcionamiento de las redes tróficas del océano y en sus procesos biogeoquímicos.
Las salpas pueden vivir varias semanas o meses y nadan siguiendo unos impulsos rítmicos producidos por las contracciones de los paquetes musculares circulares de su pared corporal: en cada impulso absorben agua por una apertura en la parte frontal, una red mucosa interna de escala nanométrica atrapa las partículas alimenticias y seguidamente expulsan el agua.
Hasta hace poco, se creía que estas “aspiradoras del océano”, que pueden encontrarse solas o en cadenas de varios individuos, se alimentaban de células del fitoplancton. Sin embargo, recientes investigaciones del instituto Woods Hole y MIT (Massachussetts Institute of Technology) han demostrado que pueden filtrar partículas tan pequeñas como 1 micrómetro. Es decir, que el tamaño de su comida varía hasta 4 órdenes de magnitud (x 10.000 veces). Esto explica por qué pueden sobrevivir en el océano abierto, donde las partículas grandes de comida escasean.
Este descubrimiento también es de gran importancia para el ciclo del carbono: al ingerir partículas de todo tipo de tamaños, producen pelotas fecales grandes, densas y compactas que se hunden rápidamente y extraen el carbono de la superficie. Es decir, que pueden jugar un papel importante en el cambio climático.
Aunque aparentemente se les pueda relacionar con las medusas por la forma de su cuerpo y su modo de vida flotando en el agua, estructuralmente están más cerca de los animales vertebrados. La primitiva cuerda dorsal (notocorda) de las salpas evolucionó hasta convertirse en el actual sistema nervioso y columna vertebral de los vertebrados .