Un equipo de científicos marinos de todo el mundo recomienda parar la pesca comercial en el océano profundo, el mayor ecosistema de la Tierra. En su lugar, aconsejan pescar en aguas más productivas cercanas a los consumidores.
Un equipo de científicos marinos de todo el mundo recomienda parar la pesca comercial en el océano profundo, el mayor ecosistema de la Tierra. En su lugar, aconsejan pescar en aguas más productivas cercanas a los consumidores.
En un análisis integral publicado online esta semana en la revista Marine Policy, ecólogos marinos, biólofos pesqueros, economistas, matemáticos y expertos en política internacional muestran que, salvo raras excepciones, las pesquerías de aguas profundas no son sostenibles. Este estudio sale justo antes de que Naciones Unidas decida si continúa permitiendo este tipo de pesca en aguas internacionales, lo que se llama “alta mar”.
La vida está dispersa en las frías profundidades del océano, lejos de la luz del sol que estimula la fotosíntesis. La comida es escasa y los procesos vitales se desarrollan a un ritmo más lento que cerca de la superficie. Algunos peces de las zonas profundas viven más de un siglo; algunos corales de aguas profundas pueden vivir más de 4.000 años. Cuando los arrastreros de fondo extraen la vida de las profundidaes, estos animales no pueden repoblarse a escalas de tiempo humanas. Las poderosas tecnologías pesqueras les están sobrepasando.
El océano profundo provee menos del 1% del alimento de origen marino del mundo. Pero pescar aquí, especialmente el arrastre de fondo, ocasiona un daño profundo y duradero a los peces y especies de fondo como corales, según dicen los expertos. Desde los años 70, cuando se sobre-explotaron las pesquerías costeras, las flotas pesqueras comerciales se han desplazado más lejos y más profundo. Algunos ahora pescan a más de 1.500 m de profundidad.
“Como estos peces crecen lentamente y viven mucho tiempo, sólo pueden soportar un grado de pesca muy bajo” dice la autora Dr. Selina Heppell, ecóloga pesquera marina de la Oregon State University. “En alta mar, es imposible controlar o incluso registrar cuánta pesca se está dando. Los efectos sobre las poblaciones locales de peces pueden ser devastadores.”
Los autores documentan el colapso de muchas especies de aguas profundas por todo el mundo, incluyendo tiburones, el reloj anaranjado, granaderos y la maruca azul.
“Hace 50 años nadie comía reloj anaranjado” dice el autor Dr. Daniel Pauly, biólogo pesquero de la Universidad of British Columbia. “De hecho, se le llamaba cabeza babosa, lo cual indica que nadie pensó nunca que era comestible. Pero como hemos agotado las especies costeras, esta concepción cambió y también el nombre.”
El reloj anaranjado tarda 30 años en alcanzar la madurez sexual y puede vivir hasta 125 años. Comparado con la mayoría de las pesquerías costeras, viven a cámara lenta. Desafortunadamente para ellos y para los corales de aguas profundas entre los que viven, no pueden esconderse de la pesca industrial.
“La pesca del reloj anaranjado empezó en Nueva Zelanda y creció rapidamente entre los años 80 y 90. Sin embargo, la mayoría de las pesquerías de esta especie fueron sobre-explotadas y las capturas se han reducido intensamente o incluso la pesquería ha cerrado” dice el autor Dr. Malcolm Clark, un biólogo pesquero neozelandés. “Se ha repetido la misma situación en Australia, Namibia, el suroeste del océano Índico, Chile e Irlanda. Demuestra lo vulnerables que son las especies de las zonas profundas a la sobrepesca y a un posible colapso del stock.
Pocas excepciones
Hay pocas excepciones a las pesquerías insostenibles del océano profundo. Una es la pesquerías de las Azores de sable negro. El gobierno portugués ha prohibido el arrastre de fondo, que ha diezmado el sable negro en otros lugares. Los peces en las Azores se capturan de manera sostenible con línea de anzuelo desde pequeñas embarcaciones. En la mayoría de las pesquerías de aguas profundas, sin embargo, los arrastreros pescan fuera de la Zona Económica Exclusiva de 200 millas de los países, fuera de cualquier control gubernamental.
“Las pesquerías de aguas profundas pueden ser sostenibles sólo cuando la población crece rápidamente y las pesquerías son a pequeña escala y usan aparejos que no destruyen el hábitat de la especie” dice Dr. Norse. “Con las especies de crecimiento lento, existe el incentivo económico de pescarlos todos y re-invertir el dinero en otra parte para obtener un mayor beneficio. Destruir la vida marina de las zonas profundas un lugar tras otro no es bueno ni para el mar ni para la economía. Esas pesquerías se parecen más a la minería que a la pesca” señala Norse.
Falta de legislación en alta mar
La falta de legislación que impera en alta mar se añade a la sobrepesca en profundidad. Lo mismo que las subvenciones a la pesca de algunos países. Los arrastreros de aguas internacionales reciben unos 162 millones de dólares cada año de subvenciones gubernamentales, lo que equivale al 25% del valor de la captura, según el cálculo del Dr. Rashid Sumaila. Los autores de este estudio añaden que la mejor política sería redireccionar las subvenciones para ayudar a los pescadores desplazados y reconstruir las pesquerías agotadas de aguas más productivas más cercanas a los puertos y a los mercados.