Las Cofradías de Pescadores son instituciones de origen medieval que han perdurado hasta nuestros días. En el País Vasco, casi todas las poblaciones pesqueras cuentan con una Cofradía aunque su influencia y actividad varían mucho de unos puertos a otros.
Las Cofradías de Pescadores son instituciones de origen medieval que han perdurado hasta nuestros días. En el País Vasco, casi todas las poblaciones pesqueras cuentan con una Cofradía aunque su influencia y actividad varían mucho de unos puertos a otros.
El primer dato sobre el origen de algunas Cofradías data del siglo XIV (como las primeras ordenanzas de la Cofradía de Bermeo, de 1353) aunque estas no hacen sino normativizar una realidad pre-existente, por lo que el origen real sería aún más antiguo.
La denominación de “cofradías” indica una influencia socio-religiosa, ya que la autoridad eclesiástica tenía que dar su aprobación para que pudieran celebrar sus festividades o reunirse en sus templos. Fueron pioneras Fuenterrabía y Bermeo en este corporativismo de carácter gremial, donde en la segunda mitad del siglo XIV ya se habían creado sus respectivas Cofradías. Más tarde les siguieron las de Deba, San Sebastián, Lekeitio, Orio y Plenzia, esta última en 1524. Este modelo organizativo se fue extendiendo a todos los municipios marineros a lo largo de los siguientes siglos, sobre todo en el siglo XVII a raíz de la fuerte crisis económica.
El origen funcional de la Cofradías estaba en la incapacidad de los gobiernos y administraciones locales de resolver los problemas generados por la actividad a la que se dedicaban. Por tanto, entre sus objetivos se encontraban la defensa de los intereses económicos de sus miembros asociados así como monopolizar estas ramas de actividad (las relacionadas con el mar) en sus respectivas localidades.
Entre las medidas y regulaciones que fueron adoptando están las siguientes:
– Medidas de ayuda económica para sus cofrades en caso de pobreza, viudedad, mutilación, envejecimiento o como compensación por los servicios de auxilio prestados a otro cofrade en peligro de muerte, pérdida de la embarcación o por la obligación de ingresar en la Real Armada. Algunas Cofradías (Bermeo, Plenzia y Motriko) fijaban las cantidades que debía entregar cada embarcación para contribuir al sostenimiento de este sistema; en otras (Fuenterrabía), se establecía un compromiso para ayudar económicamente a los más necesitados o encontrarles un trabajo para se subsistieran. En otros casos (San Pedro de San Sebastián), se reservaba una zona de pesca libre de traíña, cercana al muelle y de fácil acceso, para que los niños y los viejos pudieran mantenerse pescando con anzuelo.
–Control de los beneficios, mediante un sistema en el que se procuraba que las ganancias estuvieran relacionadas con el volumen de capturas y los precios del mercado. Para ello, se regula el tipo de aparejos a utilizar y se prohíben los artes que dañan los caladeros, se señalan zonas donde deben pescar unos y otros, se ordena la forma de entrada al puerto, se fijan los días y horas a partir de los cuales se puede ir a trabajar en la mar, etc.
-En cuanto a la comercialización, también había normas sobre dónde se podía vender el pescado, el precio, las reventas, etc. Por otro lado, las Cofradías exigían que en sus respectivas localidades se consumiera en primer lugar el pescado capturado por sus pescadores.
-Otro ámbito de actuación de las Cofradías fue el referente al ámbito jurisdiccional marítimo de cada localidad así como la posibilidad de pescar en caladeros alejados de la población de origen.
– Seguridad en el tráfico marítimo: Construcción y mejora de los muelles y puertos en sus localidades, regulación de la navegación en los puertos y sus alrededores para que no fuera peligroso. Para esto, se ocupan de la colocación de balizas, de la construcción de faros, de dar prioridad de navegación a los barcos de mayor tonelaje, limpieza de bahías y puertos y prohibición de echar piedras y lastres en las riberas.
En definitiva, las ordenanzas de las Cofradías se convirtieron en un instrumento normativo con el que, por un lado, 1) contribuir a la resolución de conflictos de intereses entre sus asociados y de estos con otras organizaciones, concejo, etc. y, por otra parte, 2) en un instrumento de solidaridad y protección hacia los más necesitados de entre ellos. Estas organizaciones fueron capaces de influir no sólo en la vida económica y social de sus municipios, sino también en la vida política a nivel local e incluso regional.
Hoy en día, sus funciones asistenciales y mutualistas sólo son residuales cuando no testimoniales ya que el estado, con instituciones específicas como el Instituto Social de la Marina, fue vaciando el tradicional contenido benéfico-asistencial de las Cofradías en la línea propia de los estados benefactores, por lo que estas organizaciones actualmente han perdido totalmente ese carácter y han pasado a desempeñar exclusivamente funciones de carácter económico y político.