Los vertidos de hidrocarburos sucedidos en la costa atlántica europea en las últimas décadas han generado preocupación, impulsando el desarrollo de técnicas para dar respuesta frente a estos eventos.
En el proyecto SPRES (Oil Spill Prevention and Response at Local Scales), concluido recientemente y financiado por la Comisión Europea a través del programa INTERREG, investigadores de Portugal, Francia, Reino Unido y España han desarrollado herramientas que ayudan a la planificación y a la respuesta en la escala de actuación local (estuarios y puertos).
En estos vídeos se explican los objetivos, fases del proyecto y resultados, así como el proceso de cálculo del riesgo y mapa de probabilidades.
Se han desarrollado dos tipos de herramientas: (1) de planificación que permiten a una región costera optimizar sus recursos para lograr una respuesta frente a la contaminación por hidrocarburos con el menor número de pérdidas ambientales y económicas (aquí se enmarcan las herramientas de evaluación del riesgo), y (2) sistemas operacionales, que, una vez ocurrido el derrame, proporcionen información tanto sobre el estado actual y futuro de las variables ambientales como las predicciones de las trayectorias del derrame.
AZTI ha trabajado, entre otros, liderando la tarea sobre la evaluación del riesgo dentro de SPRES. La investigadora Andrea del Campo nos explica cómo se ha evaluado el riesgo dentro del proyecto.
“Hay dos componentes en la evaluación del riesgo” señala Andrea del Campo “vulnerabilidad y peligro”. “El peligro es la probabilidad de que el crudo alcance las áreas vulnerables. La combinación de estos dos factores vulnerabilidad y peligro define el nivel de riesgo de un vertido en una zona en particular. El riesgo se calcula mediante una ecuación simple: se multiplica vulnerabilidad por probabilidad. Para computar esta probabilidad hay que seguir varios pasos y eso es lo que resulta bastante laborioso”.
Entonces ¿cómo se decide qué áreas podrían verse afectadas?
“Primero se recogen datos oceano-meteorológicos, como viento, corriente, olas, etc y se analiza su frecuencia, es decir, la probabilidad de que esas condiciones oceano-meteorológicas sucedan. Además, se deben identificar las fuentes de vertidos potenciales basándonos en incidentes pasados, experiencia de responsables de puertos, registros de AIS, etc. La identificación del tipo de crudo es también muy importante porque se comportan de manera muy diferente: por ejemplo, el viento afecta más al crudo pesado. El paso final es usar los datos oceano-meteorológicos para simular la trayectoria de los posibles vertidos para predecir la probabilidad de que lleguen a áreas vulnerables y esto requiere miles de simulaciones que tengan en cuenta los tipos de crudo y las condiciones oceano-meteorológicas. Cuando combinas los resultados de las simulaciones se obtiene el mapa de probabilidades (o mapa de peligro de arribada).”
“Como las condiciones océano-meteorológicas son particulares de cada zona geográfica, los mapas de probabilidad no son los mismos para todos los zonas. Tampoco lo son los mapas de vulnerabilidad.”
“Estos mapas son esenciales para predefinir estrategias de respuesta.”