Según la leyenda popular, los tiburones son capaces de detectar una gota de sangre en una piscina olímpica. La idea de que los tiburones poseen el olfato más fino de todos los seres marinos puede estar inspirado en parte por nuestros miedos hacia estos predadores. La gente tiene miedo de orinar o sangrar en el mar por si los tiburones lo huelen y les atacan. A los científicos de la Florida Atlantic University, este mito les pareció un poco exagerado y decidieron comprobarlo.
Según la leyenda popular, los tiburones son capaces de detectar una gota de sangre en una piscina olímpica. La idea de que los tiburones poseen el olfato más fino de todos los seres marinos puede estar inspirado en parte por nuestros miedos hacia estos predadores. La gente tiene miedo de orinar o sangrar en el mar por si los tiburones lo huelen y les atacan. A los científicos de la Florida Atlantic University, este mito les pareció un poco exagerado y decidieron comprobarlo.
En círculos científicos, la reputación olorosa del tiburón está basada en su anatomía. A diferencia de los seres humanos, los tiburones tienen orificios separados para respirar y para oler. Las branquias a los lados de la cabeza captan el oxígeno del agua, mientras que los dos orificios en la parte frontal de la cara dirigen el agua hacia una cámara nasal donde se detectan los olores.
La cantidad de tejido en esta cavidad nasal es enorme en los tiburones comparado con otros peces. Los científicos creían que esta mayor superficie les daba a los tiburones un mejor sentido del olfato, aunque nadie lo había comprobado.
La cantidad de tejido en esta cavidad nasal es enorme en los tiburones comparado con otros peces. Los científicos creían que esta mayor superficie les daba a los tiburones un mejor sentido del olfato, aunque nadie lo había comprobado.
Para realizar el experimento, los científicos estudiaron tiburones de cinco especies diferentes de elasmobranquios (el grupo taxonómico al que pertenecen tanto tiburones como rayas) que capturaron en aguas de Florida. Cada especie se mantuvo durante un tiempo en un tanque con un tubo adosado a su nariz que emitía 20 tipos distintos de aminoácidos (las moléculas que forman las proteínas, es decir carne!) y también con un electrodo que detectaba los impulsos eléctricos en la cavidad nasal generados como respuesta a los olores.
El registro de estos impulsos mostró que los tiburones con más área en los pliegues de sus narices no detectaban los olores mejor. Las cinco especies comprobadas tenían la misma sensibilidad que otras y que otros peces que han sido estudiados en otros experimentos. Como mucho, los tiburones detectaban una gota de olor en 1.000 millones de gotas de agua. Una posible explicación a esto es que una mayor sensibilidad podría, en realidad, confundir al tiburón. Una parte por cada 1.000 millones es aproximadamente la concentración natural de aminoácidos que contienen las aguas costeras. Si los tiburones estuvieran adaptados para detectar concentraciones más pequeñas, les sería difícil distinguir las excreciones de una posible presa de trozos sueltos de materia orgánica.
Así pues, el mito del tiburón con poderes super olfativos es un mito exagerado.
Así pues, el mito del tiburón con poderes super olfativos es un mito exagerado.
Sin embargo, para Jelle Atema, que estudia el olfato de los tiburones en la Universidad de Boston University, el mito es solo parcialmente exagerado. Los electrodos en el experimento de la Universidad de Florida funcionan sumando la respuesta eléctrica completa de millones de receptores olfativos. Atema quiere echar un vistazo más cercano examinando células individuales, algunas de las cuales podrían estar especializadas en responder a ciertos olores. El primer estudio estaba enfocado a tiburones costeros. Atema se pregunta si ocurre lo mismo con tiburones que viven en mar abierto donde las concentraciones de olores naturales es menor. Sus trabajos previos también ha mostrado que los animales acuáticos pueden detectar concentraciones extremadamente pequeñas de otras sutancias que no son aminoácidos. Por ahora, la evidencia científica sugiere que hay que actualizar el mito popular: los tiburones detectan una gota de sangre en un volumen equivalente a una piscina casera. Es aún así impresionante pero no tan terrorífico como Hollywood nos ha hecho creer.