Desafiando las exigentes condiciones de la zona intermareal vive un número sorprendentemente elevado de organismos.En dura competencia por el espacio y el alimento, estos seres vivos están en constante adaptación a un ecosistema cambiante, buscando situarse en las mejores condiciones posibles en función de su modo de vida.Los organismos que allí habitan siguen diferentes estrategias de adaptación al medio. Los resumimos en cuatro estrategias.
Desafiando las exigentes condiciones de la zona intermareal vive un número sorprendentemente elevado de organismos.En dura competencia por el espacio y el alimento, estos seres vivos están en constante adaptación a un ecosistema cambiante, buscando situarse en las mejores condiciones posibles en función de su modo de vida.Los organismos que allí habitan siguen diferentes estrategias de adaptación al medio. Los resumimos en cuatro estrategias.
1.- Evitar la desecación:
En la zona más alta de las rocas, donde la marea apenas se hace nota y sólo llegan las salpicaduras de las olas, se sitúan los organismos que pueden soportar la exposición al aire. Encontramos moluscos como caracolillos y lapas, que pueden cerrarse herméticamente para evitar la desecación. También líquenes naranjas (en la zona más alta), grises (zona media) y verdes (zona inferior).
Más cerca del agua, las algas, anémonas y actinias tienen la parte externa de su cuerpo cubierta por sustancias gelatinosas que les permiten mantener la hidratación cuando baja la marea. Las anémonas forman una masa compacta, contrayendo los tentáculos y cerrando el orificio oral.
2.- Tolerar la falta de oxígeno:
Los organismos marinos captan el oxígeno disuelto en el agua del mar. Cuando la marea baja y los deja al descubierto, algunos invertebrados como la almeja, el percebe o ciertos cangrejos, pueden bajar su actividad al mínimo y vivir sin oxígeno durante algunas horas.
El pez blénido Lipophrys pholis es habitual en las charcas intermareales, donde la concentración de oxígeno es escasa en la bajamar. Incluso puede salir del agua, protegiéndose bajo algas húmedas o en huecos no muy expuestos al sol, respirando oxígeno del aire.
3.- Evitar la exposición directa a la luz:
Situarse en grietas y rendijas ofrece protección frente a la luz directa del sol. Además evita el calor excesivo y, por tanto, la desecación.
4.- Anclarse a las rocas:
Los organismos que viven en el intermareal rocoso sufren a menudo los constantes embates del oleaje. Para evitar ser arrancados de las rocas poseen resistentes sistemas de anclaje, como substancias y estructuras adherentes que les ayudan a fijarse a las rocas. Por ejemplo, mejillones, percebes, algas con rizoides, anélidos con conchas cementadas y peces con aletas en ventosa.