La zona rocosa intermareal es la parte del ecosistema marino más visible y accesible para el hombre. Cuando baja la marea, se forman charcas en las que viven tanto los organismos sésiles (que no se mueven, como algas, mejillones, anémonas, etc) como otros (peces) que han quedado atrapados por el reflujo del mar.
La zona rocosa intermareal es la parte del ecosistema marino más visible y accesible para el hombre. Cuando baja la marea, se forman charcas en las que viven tanto los organismos sésiles (que no se mueven, como algas, mejillones, anémonas, etc) como otros (peces) que han quedado atrapados por el reflujo del mar. En las zonas rocosas de la costa se da el fenómeno de la estratificación: los organismos se sitúan según su tolerancia a la desecación.
Por tanto, en la parte alta de las rocas, donde sólo llegan las salpicaduras de agua, encontraremos caracolillos, lapas y líquenes (naranjas en la zona más alta, grises en la media y verdes en la baja). Son organismos bien adaptados a resistir los embates de las olas.
Más abajo, donde la marea sí llega a cubrirlos, encontraremos cirrípedos (de la familia del percebe), otras lapas más oscuras, caracolillos, el alga conocida como “verdín”, etc., seguidos por mejillones, actinias rojas, etc.
Y todavía más abajo, la parte del intermareal que queda siempre sumergida, está poblada por el alga roja Gelidium y algas pardas muy ramificadas, cangrejos cuadrados, quisquillas, anémonas, babosas, erizos, estrellas de mar, ofiuras, pepinos de mar, etc.
Así pues, cuando baja la marea, es posible observar una gran variedad de animales y algas.