Una nueva mancha de basuras y plásticos se ha descubierto en el noroeste del océano Atlántico. Científicos de la Sea Education Association (SEA) y el Woods Hole Oceanographic Institution (WHOI) analizaron restos de plástico de la superficie del océano Atlántico acumulados durante dos décadas, en forma de fragmentos del tamaño de unos pocos milímetros.
En 1997, Charles Moore atrajo la atención sobre el problema de los plásticos cuando cruzó el Pacífico a bordo de su catamarán Alguita, en su viaje desde Hawaii hasta California. Encontró enormes cantidades de plástico en una mancha del tamaño del estado de Texas.
Una nueva mancha de basuras y plásticos se ha descubierto en el noroeste del océano Atlántico. Científicos de la Sea Education Association (SEA) y el Woods Hole Oceanographic Institution (WHOI) analizaron restos de plástico de la superficie del océano Atlántico acumulados durante dos décadas, en forma de fragmentos del tamaño de unos pocos milímetros.
El análisis químico de estos restos plantea los siguientes descubrimientos:
-La basura plástica del océano contiene pocas partículas de los plásticos más comúnmente utilizados en tierra, como los PET, de los que están hechos la mayoría de botellas de bebidas. Por tanto ¿dónde están esos plásticos?
-Desde 1986, la producción mundial de plásticos ha aumentado exponencialmente pero la concentración en el mar se ha mantenido estable. Es decir, que algún tipo de proceso está moviendo esos plásticos desde la superficie a otro lugar.
-Las partículas plásticas estaban envueltas en materia orgánica. ¿Están digiriendo los microorganismos y otras formas de vida las partículas plásticas o simplemente se pegan a ellas y navegan por el mar como sobre una balsa?
Para realizar este estudio, los científicos aprovecharon una base de datos creada de una forma un tanto peculiar. Desde 1971, la SEA (organización sin ánimo de lucro) lleva a estudiantes a bordo de sus barcos cada año como parte del programa de educación de una de sus asignaturas. Tomaron la costumbre de muestrear la superficie dos veces al día con una red de plancton, para analizar muestras biológicas y basura oceánica. Este esfuerzo sin precedentes (64.000 piezas de plástico recogidas) resultó de gran valor para analizar la tendencia a largo plazo en la acumulación de plástico en el Atlántico.
Se encontró que la mayor concentración se situaba en la zona de las Bahamas a 32°N (aproximadamente a la altura de Atlanta), donde se recogió el 83% de todo el plástico analizado. Esta zona se conoce como el Giro Subtropical del Atlántico Norte: una parte del océano sometida a corrientes oceánicas inducidas por el viento, como la corriente del Golfo, que soplan en el sentido de las agujas del reloj y que tenderían a acumular material flotante en el centro del giro, como en un remolino.
La luz solar desencadena reacciones químicas en los plásticos, lo cual, junto con la turbulencia, puede hacer que los plásticos se rompan en trozos tan pequeños que no son capturados por las redes de muestreo. O bien, que aumente su densidad y se hundan en el fondo.
En cuanto a la interacción de los plásticos con los seres vivos, además de una posible colonización de microorganismos, es frecuente ver trozos de plástico incrustados en algas, percebes y otros invertebrados. También se sabe que muchos organismos ingieren accidentalmente los plásticos, desde el plancton hasta los peces e inclusos animales más grandes.
La Gran Mancha del Pacífico
En 1997, Charles Moore atrajo la atención sobre el problema de los plásticos cuando cruzó el Pacífico a bordo de su catamarán Alguita, en su viaje desde Hawaii hasta California. Encontró enormes cantidades de plástico en una mancha del tamaño del estado de Texas.