Los peces no son tan tontos como la gente a veces cree. Los científicos han descubierto que los peces que son cazados regularmente con fusil son mucho más esquivos y mantienen la distancia con los pescadores. Si se cierra la zona a la pesca, los peces bajan la guardia y se acercan mucho más a los buceadores.
Un nuevo estudio de los investigadores del Virginia Institute of Marine Science muestra que la turbulencia creada por las hélices de un barco puede matar y de hecho mata muchos copépodos (pequeños crustáceos importantes en las redes alimentarias marinas). El interés de este estudio reside en averiguar si este tipo de mortalidad puede afectar a las redes alimentarias locales en zonas de mucho tráfico marítimo.
La mortalidad causada por factores diferentes que la predación normalmente no queda reflejada en la literatura científica, pero podría ser importante para entender la ecología del zooplancton y la dinámica de las redes alimentarias en aguas costeras y estuarinas, en particular durante los meses de verano, cuando aumenta el tráfico de barcos recreativos.
El zooplancton consiste en pequeños animales que flotan y consumen microalgas. Los copépodos (crustáceos parecidos a una pequeña gamba del tamaño de un grano de arroz) normalmente representan una parte mayoritaria del zooplancton y cumplen un papel esencial trasladando energía hacia arriba de la cadena trófica, desde las plantas microscópicas demasiado pequeñas para ser ingeridas por la mayoría de los peces hasta los más grandes depredadores y, finalmente, los humanos.
Si la turbulencia generada por las hélices está matando a un número importante de copépodos, podría estar reduciendo el aporte de energía alimenticia para los peces y reduciendo asimismo la predación del zooplancton sobre los blooms de fitoplancton. Es como reducir el número de cebras de un rebaño. No sólo afecta a las cebras sino también la hierba que comen y los leones que podrían comérselas.
Esta alteración podría tener un impacto en las redes alimentarias marinas y en la calidad del agua. Si una gran proporción de copépodos están muriendo y se hunden al fondo del mar, esto significa material orgánico de alta calidad para los organismos del fondo. Si la cantidad es suficiente, la descomposición microbiana podría quizá contribuir a desarrollar zonas muertas en oxígeno. De todas formas, a escala global, esta fuente de mortalidad probablemente tiene una importancia mínima. A escala local, puede ser relevante en zonas cercanas a puertos y sistemas acuáticos cerrados como los lagos.
Experimentos de campo y laboratorio
El equipo de investigación muestreó copépodos en tres lugares diferentes; uno era un puerto deportivo con muchas embarcaciones pero poca turbulencia debido al límite de velocidad impuesto. El segundo estaba en una zona de mucho tráfico en un canal de navegación, donde barcos a gran velocidad generaban un grado de turbulencia considerable. El tercer sitio era una zona tranquila enfrente de un puerto deportivo, con pocas embarcaciones y poca turbulencia.
Se comparó el porcentaje de copépodos vivos y muertos en estos tres sitios usando una tinción especial que sólo tiñe los copépodos vivos. Los resultados muestran una fracción de copépodos muertos mucho más alta en la zona del canal (34%) que en la del puerto deportivo (5,9%) o en la zona tranquila (5,3%).
Un experimento de campo confirmó estos resultados. Se muestrearon copépodos en la estela que deja el barco en la navegación y de nuevo se encontró una relación entre la turbulencia y la mortalidad: la proporción de copépodos muertos se incrementó del 7,7% fuera de las estelas al 14,3% dentro de ellas. Los investigadores tuvieron cuidado de minimizar la turbulencia de su propio barco usando un bote a remos.
En el último experimento, realizado en el laboratorio, los copépodos fueron expuestos a turbulencia de intensidad similar a la producida por las hélices de un barco. Los resultados confirmaron nuevamente los descubrimientos anteriores, con una clara relación entre la mortalidad y los niveles más altos de turbulencia. Los experimentos también muestran que la turbulencia natural generada por olas, corrientes, etc. no estresa ni mata a los copépodos salvo quizá durante episodios extremos de tormentas o huracanes.