Las particularidades de la piel del tiburón suscitan el interés de los ingenieros, que han visto en sus propiedades hidrodinámicas un modelo a imitar a la hora de diseñar elementos que se desplacen en el agua. En un proyecto financiado por el Gobierno Vasco y por la Comunidad Económica europea, liderado por el centro tecnológico AZTI-Tecnalia y con la colaboración de un equipo de investigación de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería de Bilbao, han trabajado durante años para descubrir las claves de esa portentosa capacidad de los escualos para optimizar su desplazamiento en el agua.
Se procedió en primer lugar a la compra en aguas del Cantábrico de dos ejemplares de Isurus oxyrinchus o tiburón Mako, la especie marina más veloz que se conoce, que puede alcanzar velocidades superiores a los 70 km/h. La peculiaridad de la piel de estos animales radica en que está recubierta de dentículos dérmicos similares en cierta medida a escamas, y están adaptadas en su forma, tamaño, densidad y orientación a los requerimientos hidrodinámicos de cada parte del cuerpo del animal.
Los dos escualos, han sido escaneados con un láser-scan, con el objetivo de crear un modelo 3D en el ordenador y someterlo a pruebas de mecánica computacional, consiguiendo simular las condiciones de cualquier elemento en ese entorno. Esta investigación es posible a través de algoritmos y cálculos matemáticos extremadamente complejos, que sólo en los últimos años han podido ser procesados gracias a la constante evolución tanto en hardware como en software.
Los resultados de la investigación tendrán dos sectores de aplicación principales: por un lado, conseguir embarcaciones más veloces y que consuman menos combustible; por otro, fabricar una nueva generación de trajes de neopreno para nadadores de competición.
En el primer caso, se trataría de lograr una nueva generación de recubrimientos para el casco de los barcos que consiga mayor velocidad, en el caso de los veleros de competición deportiva, o un ahorro energético significativo en el caso de los grandes buques de transporte.
En cuanto a los trajes de neopreno, se trabaja en un consorcio europeo que incluye a AZTI-Tecnalia, una firma vizcaína dedicada a su fabricación, una empresa francesa de tratamiento de superficies con estampaciones con láser, la Escuela de Ingenieros Aeronáuticos de Madrid y la de Industriales de La Coruña, que dispone de un “túnel de agua” donde poner a prueba el rendimiento de los nuevos trajes.